¡Quién no se ha dejado llevar por la versatilidad de uno de los mas grandes genios del terror Vincent Price?
Uno de los actores más conocidos, respetados y carismáticos del mundo del cine en general y del terror en particular, nos estamos refiriendo al llamado “el príncipe del terror”, el señor Vincent Price. Es difícil expresar con palabras lo que este caballero supuso para el cine fantástico, sus personajes se han convertido, con el paso del tiempo, en iconos perfectamente reconocibles y es muy difícil, por lo menos para mí, separar a Price de, por ejemplo, el rostro deformado del Dr. Phibes o del atormentado escultor Henry Jarrod. Vincent Price fue durante años ese amigo al que esperas con ilusión, seguro de que cuando te reencuentres con él no te va a defraudar, te va a hacer disfrutar (como mínimo) y si hay suerte te presentará otro brillante y terrorífico personaje que durante mucho tiempo estará rondando por tu cabeza.
Refinado, elegante y versátil actor estadounidense que tras una larga carrera en el cine y teatro se convirtió en uno de los intérpretes de terror más admirados y respetados de la historia del séptimo arte.
El otro día, dándole vueltas a la idea de realizarle un homenaje en El Terror Tiene Forma, me di cuenta de que en la web existen miles de páginas que repasan, con más o menos acierto, la biografía y principales trabajos del genial actor, por lo que decidí realizar este post desde el punto de vista que más me interesa: las películas. Revisando su larga trayectoria y seleccionando una serie de películas, elección siempre injusta y propensa a no contentar a nadie, decidí escoger dos de los trabajos que representan, en sí mismos, las múltiples facetas y registros que Price poseía y tan bien representaba delante de las cámaras, como es lógico la elección sólo tenía un condicionante, la película escogida debía de tener un mínimo componente de carácter fantástico o de terror.
Los crímenes del museo de cera (House of Wax, 1953). La película Los crímenes del museo (Mystery of the wax museum, 1933) del gran Michael Curtiz, tuvo su remake, años después, en esta fabulosa y macabra producción dirigida por André de Toth. Una película mítica, con cualidades, tanto visuales, dramáticas e interpretativas, perfectamente válidas hoy en día y uno de los puntos culminantes del cine de terror salpicado de considerables dosis del mejor cine de suspense que acompañan a una intensa historia de locura y venganza. Price se desenvuelve como escorpión en el desierto en esta producción, en todas sus apariciones se come (literalmente) al resto de actores, la riqueza y expresividad de su voz, su porte señorial y carismático y, sobre todo, el aire malsano de su personaje, logran elevarlo a los altares del género de terror, lugar que ya no abandonaría jamás. La película sigue conservando hoy en día toda la potencia que tenía en su momento, un delicioso placer macabro, donde todos los elementos están conjuntados y medidos para provocar elegantes escenas de suspense y terror, que aúnan en su interior todo lo mejor y lo peor del ser humano. Un gran e imprescindible
La mascara de la muerte roja (The masque of the red death, 1964) es, para mi gusto, la mejor adaptación realizada por el dúo Corman / Price sobre la obra de Edgar Allan Poe. La película, de una malignidad increíble, es un fresco vivo y colorido donde Roger Corman combina dos relatos del maestro (el que da título a la película y Hop Frog), en el cual la asombrosa capacidad de este director para crear ambientaciones, atmósferas y tensión, sobrepasa de largo nuestra capacidad de sorpresa. De todas maneras este artículo no va dedicado a Corman, por lo que vamos a lo nuestro: Vincent Price. En esta película, el actor compone una de sus piezas más emblemáticas, sugestivas, malsanas y terroríficas de su carrera. Sin un ápice de humor y arropado en todo momento por las escenas delirantes (sobre todo los últimos veinte minutos) y la increíble paleta cromática de Corman, Price, o más bien su alter ego el Príncipe Prospero pasea su altanera figura, hace y deshace a su gusto, desata su sadismo y juega a corromper cualquier cosa pura que se cruce en su camino. Es obvio mencionar toda la galería de escenas y diálogos que aderezan el film, sólo puedo decir que muchos de ellos son inolvidables y han pasado a la historia del cine. Esta película es una muy buena muestra de hasta dónde podía Price llegar en sus interpretaciones, pletórico en registros, declamando (versión original, please) con convicción, empleando cada uno de sus movimientos, faciales y corporales, para dar fuerza a su turbio personaje y llevar el todo peso de la película con ritmo y eficiencia. Inmejorable.
Sabrán perdonarme los fans de este actor la omisión de films, quizás más importantes, como La mosca (The fly, 1958), La mansión de los horrores (House of haunted hill, 1959) o La caída de la casa Usher (House of Usher, 1960), entre otras muchas, pero la selección realizada, aparte de muy personal, es obviamente incompleta ya que es imposible comentar o mencionar todas las grandes películas en las cuales ha intervenido este grandioso actor. De todas maneras el objetivo de homenajearlo yo por mi parte esta noche voy a marcarme una sesión con dos películas de este genio del séptimo arte y de paso le rendiré un más que merecido tributo.
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