Forma de vida

lunes, 11 de enero de 2010

canto II


Cuando la lluvia amenaza y la tormenta ruge ahí está él para adueñarse de tus sueños más oscuros y terroríficos. Se acerca y en la luz del rayo se ve una gran sombra alada con un sombrero. Retuerce tus entrañas desde lejos y tortura tu mente, y cuando, por fin llega a tu lado le ves el malvado rostro, que amenaza con una mirada severa. Sus enormes alas azabache se cierran en torno a ti. Y ves que sus vestiduras negras brillan a la luz de la luna y su largo y oscuro cabello cae en cascada por sus hombros hasta su cintura. Sabes que no es humano. Entonces se quita el sombrero y de éste extrae cuchillas. Toma una con sus labios y juega y la sangre cae como reguero de rubíes. Pruebas su dulzura a la vez que él, y piensas que morirás de placer. Entonces te deja allí, moribunda, y te das cuenta de que tu atracción hacia él ha evitado que te dieras cuenta de que te estaba haciendo daño. Lames tus heridas, excitada, y ansías volver a verlo, aunque a la vez te aterrorice.